sábado, 29 de noviembre de 2014

Fragmento nº20 - El hogar


Llevo viviendo en Bourges dos meses y medio y no puedo evitar sentir cosas muy contradictorias. Por una vez estoy en mi casa, no en la de mis padres, ya que soy yo la que sustenta a mi pequeña familia, formada por mi, por mi novio, y por mi gatito. Me gusta el sentimiento de independencia, el poder estar juntos en nuestros pequeños 20m2, también me gusta ir a trabajar en un trabajo que disfruto (soy profesora, aunque no sea de francés, sino de español, lo que me gusta es el trabajo en sí), y en el que me siento feliz. Me gusta el paisaje, me gusta quedar con las pocas personas que conozco... pero ahí reside el problema. Echo de menos a mi gente, a mis amigos, a mi familia, y no sólo mi familia de sangre, sino la familia a la que he escogido estos años, la gente a la que de verdad quiero. 

Y estoy triste, porque aunque la gente que me conoce sabe que me encanta la Navidad, y las decoraciones de navidad (sobre todo las que aquí de Francia), no puedo evitar pensar que este año durante estas fiestas no veré a mi familia, ni a las personas que quiero, ni a mi gata, ni a mi perra. A nadie. Y eso me embajona, y mucho. 

No me gusta echar de menos, estoy cansada de hacerlo, estoy cansada de echar de menos a la gente, a la gente que conocí aquí en Francia, y ahora a la gente que está conmigo siempre en Valencia, y cuando vuelva, echaré de menos mi trabajo perfecto, y a la gente que he conocido aquí. Llega un momento cuando vives fuera en el que sientes que dejas de pertenecer a un sitio en concreto, tu corazón se divide y pertenece a muchos... eso es lo que me pasa. Tengo miedo. 

Pero al mismo tiempo soy feliz, esa gente me hace feliz, aunque no pueda verla, aunque no pueda abrazarles, porque son mi hogar, y vaya donde vaya, independientemente de la ciudad, me sentiré como en casa.

EL HOGAR ESTÁ DONDE ESTÁ EL CORAZÓN

Mente de Cristal