domingo, 5 de julio de 2015

Fragmento nº21 - La mirada de una embarazada


En estos momentos mi mejor amiga está embarazada. 
Esta cuestión me hace plantearme lo que todos pensamos alguna vez: ¿se me está pasando el arroz? ¿ya soy tan mayor? ¿cuándo me tocará a mi?
A lo que mi novio responde: con calma, ahora no podemos. Y tiene razón, aunque me duela en lo más profundo del alma.  Vivimos en una época en la que nuestra situación es muy difícil, y los sueños se quedan en lo que son: sueños que tardarán en cumplirse.
Me gusta observar, a veces no hablo, miro a la gente... y no comento lo que pienso. Desde hace un tiempo estoy tomando una medicación que me hace llevar más fácil la ansiedad, aunque no quiero victimizarme ni hablar de ello, pero su mirada, la mirada de esta chica embarazada, me hace sentir mejor, me hace sentir... amor.
Pero un amor diferente al del que estaba acostumbrada a hablar.
Amor por algo que una mujer es capaz de fabricar, y que si Dios quiere, yo también fabricaré algún día. Aún no ha nacido, y puedes sentir en cada gesto y movimiento que ama a su futuro hijo, más que a su vida. Su piel brilla, y, pese a que tenga sus problemas (todos los tenemos), esa mirada de felicidad, esa pequeña sonrisa, y esas manos apoyándose en su vientre, te hacen sentir reconfortada. Incluso a mi, que poco tengo que ver con la familia, me causa nervios y emoción el pensar en el pequeño renacuajo que está creciendo en su interior y que pronto tendrá en sus brazos.
En un mundo en el que sólo hablamos del odio, la tristeza y la agonía, hay una pequeña luz a través de sus ojos, que me hace sentir un cosquilleo en el estómago, que me hace pensar que llega un momento en el que no eres tú, en el que sois vosotros, y me hace creer que no puede haber nada más bonito (aunque como no soy filósofa y casi nunca pienso con el cerebro, quizás me equivoque), que esa sensación.
Yo siempre he sido muy anti-niños, nunca nos hemos entendido muy bien, pero, este año, en Francia, conocí a mi pequeño Paul, al pequeño que me hizo darme cuenta de lo bello que era que un niño te ame con incondicionalmente, ¡incluso sin ser de su familia! 
Este chiquitín ha despertado mi lado maternal, y ya no sé cuándo volveré a verle, ni sé si se acordará de mi cuando me vea... pero lo cierto es que es con el único con el que he sentido un "amor" diferente al que estoy acostumbrada, y al irme, me ha dejado un vacío en el corazón.
Si soy capaz de sentir ese amor por un niño que no es mio, y por un bebé que aún no ha nacido... ¿Cuántos significados hay en el verbo amar que desconozco?
Y de todo esto, me he dado cuenta a través de ella.
A través de la mirada de una mujer embarazada. 

Mente de Cristal