Llega la Navidad, y yo ya tengo mi carta a Papá Noël y a los Reyes Magos preparada.
Lo cierto, es que este año la preparación de la Navidad está siendo diferente a la del año pasado: estuve en Francia y pude disfrutar de imágenes como la que véis arriba, desde mediados de noviembre, decoré mi habitación con luces y arbolitos, y quería volver a mi casa para ver a la gente a la que extrañaba.
Este año que estoy aquí entre los mios, siento que a nadie le importa. Todo el mundo tiene otras cosas en las que pensar: preocupaciones, la crisis, el dinero que no llega, en exámenes, etc. Mi casa no está decorada, y no hay un sólo momento en el que no recuerde esas Navidades pasadas (en general las de mi infancia), con el árbol, mi gata trepándolo, los dulces, los polvorones, etc. El año pasado en mi estancia, me llegaron mil postales.
¿Por qué este año nadie me ha regalado ninguna?
¿Qué nos ha pasado?
¿Por qué ya nadie pone el árbol?
He tenido que colocar un mini-arbol de 20 centímetros en la mesa del salón para que parezca que al menos a alguien le importa. Ya sé que muchos pensáis que la Navidad es algo inventado para sacar dinero, un período consumista... pero, ¿y las personas que aún quieren tener ilusión?
Lo cierto es que llevo años sin celebrar una Navidad como las que recuerdo, a nadie le importa ya. Celebras noche buena, os reunís, y la Navidad ha pasado de durar 2 semanas a una noche a principios de diciembre.
Y yo me sigo preguntando, ¿pero dónde está el árbol?
Añoro ver mi salón iluminado con pequeñas led, a mi gata, a la que sé que nunca veré subida a ese árbol (ni el árbol está, ni ella tampoco), un belén en la entrada...
¿Qué le ha pasado a esta familia?
El año pasado, aún a kilómetros de distancia, estabáis más cerca de mi que este año, que estoy en casa.
Mente de Cristal
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